Luc 14:15
Parábola de la gran cena[i]
Oyendo esto uno de los que estaban sentados con él a la mesa, le dijo:
–¡Bienaventurado el que coma pan en el reino de Dios!
Luc 14:16 Entonces Jesús le dijo: «Un hombre hizo una gran cena[j] y convidó a muchos.
Luc 14:17 A la hora de la cena envió a su siervo a decir a los convidados: “Venid, que ya todo está preparado”.
Luc 14:18 Pero todos a una comenzaron a excusarse. El primero dijo: “He comprado una hacienda y necesito ir a verla. Te ruego que me excuses”.
Luc 14:19 Otro dijo: “He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlos. Te ruego que me excuses”.
Luc 14:20 Y otro dijo: “Acabo de casarme y por tanto no puedo ir”.
Luc 14:21 El siervo regresó e hizo saber estas cosas a su señor. Entonces, enojado el padre de familia, dijo a su siervo: “Ve pronto por las plazas y las calles de la ciudad, y trae acá a los pobres, a los mancos, a los cojos y a los ciegos”.
Luc 14:22 Dijo el siervo: “Señor, se ha hecho como mandaste y aún hay lugar”.
Luc 14:23 Dijo el señor al siervo: “Ve por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar para que se llene mi casa,
Luc 14:24 pues os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron convidados gustará mi cena”».
La parábola de la gran cena en Lucas 14:15-24 es una enseñanza profunda sobre la invitación de Dios a su reino y la respuesta humana ante esa invitación. A continuación, se destacan algunos puntos clave de este pasaje:
- La invitación: El hombre que organiza la gran cena representa a Dios, quien prepara un banquete espiritual para todos. La invitación implica que hay un lugar para todos en su reino.
- Las excusas: Los convidados que rechazan la invitación simbolizan a aquellos que priorizan sus propias preocupaciones y bienes materiales sobre el llamado de Dios. Las excusas pueden reflejar la distracción que producen las cosas de este mundo, como el trabajo, la familia y otras obligaciones.
- La reacción del anfitrión: El enojo del padre de familia representa la justicia de Dios ante el desprecio de su invitación. Su decisión de invitar a los pobres y marginados sugiere que el reino de Dios está abierto para todos, especialmente para aquellos que son rechazados por la sociedad.
- La urgencia de la misión: La instrucción de “forzarlos a entrar” implica que hay una urgencia en llevar el mensaje del amor y la gracia de Dios a todos, sin excepciones.
- La advertencia final: La declaración de que “ninguno de aquellos hombres que fueron convidados gustará mi cena” recalca la seriedad de rechazar la invitación divina y el costo que esto conlleva.
Esta parábola invita a la reflexión sobre nuestras propias prioridades y responsabilidades en respuesta a la oferta de vida y alegría que Dios nos brinda.