Luc 18:35
Un ciego de Jericó recibe la vista[y]
(Mt 20.29-34; Mc 10.46-52)
Aconteció que, acercándose Jesús a Jericó, un ciego estaba sentado junto al camino mendigando,
Luc 18:36 y al oir a la multitud que pasaba, preguntó qué era aquello.
Luc 18:37 Le dijeron que pasaba Jesús nazareno.
Luc 18:38 Entonces gritó, diciendo:
–¡Jesús, Hijo de David,[z] ten misericordia de mí!
Luc 18:39 Los que iban delante lo reprendían para que callara; pero él gritaba aún más fuerte:
–¡Hijo de David, ten misericordia de mí!
Luc 18:40 Jesús entonces, deteniéndose, mandó traerlo a su presencia. Cuando llegó, le preguntó,
Luc 18:41 diciendo:
–¿Qué quieres que te haga?
Y él dijo:
–Señor, que reciba la vista.
Luc 18:42 Jesús le dijo:
–Recíbela, tu fe te ha salvado.
Luc 18:43 Al instante recobró la vista, y lo seguía glorificando a Dios; y todo el pueblo, cuando vio aquello, dio alabanza a Dios.
Este pasaje de Lucas 18:35-43 narra la conmovedora historia del ciego de Jericó que recibe la vista tras un encuentro con Jesús. Algunos puntos clave de este relato son:
- Contexto de la historia: Jesús se acerca a Jericó, y un ciego que está mendigando a lo largo del camino escucha que es Jesús quien pasa.
- Grito de fe: Al enterarse de que Jesús está cerca, el ciego clama pidiendo misericordia, reconociendo a Jesús como "Hijo de David", un término que implica su linaje real y mesiánico.
- Rechazo de la multitud: A pesar de que la multitud lo reprende para que se calle, él sigue gritando aún más fuerte, mostrando su determinación y fe en la ayuda de Jesús.
- Respuesta de Jesús: Al escuchar su clamor, Jesús se detiene y lo llama, preguntándole qué desea que le haga. El ciego pide recuperar la vista.
- Milagro de sanación: Jesús le responde que su fe lo ha salvado, y al instante el ciego recobra la vista. Esto no solo es un milagro físico, sino también un acto de salvación espiritual.
- Reacción del pueblo: Después de la sanación, el ciego glorifica a Dios, y el pueblo se regocija y alaba a Dios al ver el milagro.
Este pasaje destaca temas como la fe, la perseverancia en la búsqueda de ayuda divina, y el poder de Jesús para sanar y salvar.