Luc 20:19  
La cuestión del tributo 
 (Mt 21.45-46; 22.15-22; Mc 12.12-17) 
 En aquella hora, los principales sacerdotes y los escribas procuraban echarle mano, porque comprendieron que contra ellos había dicho esta parábola; pero temían al pueblo.
 Luc 20:20  Y, acechándolo, enviaron espías que simularan ser justos, a fin de sorprenderlo en alguna palabra, para entregarlo al poder y autoridad del gobernador.
Luc 20:21  Le preguntaron, diciendo: 
 –Maestro, sabemos que dices y enseñas rectamente, y que no haces acepción de persona, sino que enseñas el camino de Dios con verdad.
Luc 20:22  ¿Nos es lícito dar tributo a César, o no?[h]
 Luc 20:23  Pero él, comprendiendo la astucia de ellos, les dijo: 
 –¿Por qué me tentáis?
Luc 20:24  Mostradme la moneda.[i] ¿De quién es la imagen y la inscripción?
Respondiendo dijeron: 
 –De César.
Luc 20:25  Entonces les dijo: 
 –Pues dad a César lo que es de César y a Dios lo que es de Dios.[j]
 Luc 20:26  Y no pudieron sorprenderlo en palabra alguna delante del pueblo, sino que, maravillados de su respuesta, callaron.
  
Este pasaje de Lucas 20:19-26 describe un momento crucial en la vida de Jesús, donde los líderes religiosos intentan atraparlo en una trampa con una pregunta sobre el tributo a César. Al cuestionarle si es lícito pagar impuestos al gobierno romano, buscan un motivo para acusarlo. La respuesta de Jesús es ingeniosa y profunda: "Dad a César lo que es de César y a Dios lo que es de Dios." Con esto, Jesús no solo evade la trampa, sino que también establece una distinción entre las obligaciones civiles y las espirituales, lo que ha sido objeto de mucha reflexión y debate a lo largo de la historia. La astucia de sus palabras deja a sus interlocutores asombrados y sin respuesta.