1:10  Hijo mío, si los pecadores intentan engañarte, 
 no lo consientas.[l]
Pro 1:11  Si te dicen: “Ven con nosotros, 
 pongamos asechanzas para derramar sangre, 
 acechemos sin motivo al inocente;[m]
Pro 1:12  los tragaremos vivos, como el seol, 
 y enteros, como los que caen en la fosa;[n]
Pro 1:13  hallaremos toda clase de riquezas, 
 llenaremos nuestras casas con el botín.
Pro 1:14  Ven, une tu suerte a la nuestra 
 y hagamos una bolsa común entre todos”,
Pro 1:15  tú, hijo mío, no vayas en el camino con ellos, 
 sino aparta tu pie de sus veredas,
Pro 1:16  porque sus pies corren hacia el mal, 
 se apresuran a derramar sangre.[ñ]
Pro 1:17  En vano es tender una red[o] 
 ante los ojos del ave,
Pro 1:18  pero ellos a su propia sangre ponen asechanzas, 
 contra sí mismos tienden la trampa.
Pro 1:19  Así son las sendas de todo el que es dado a la codicia, 
 la cual quita la vida de sus poseedores.[p]
 
- Advertencia contra la influencia de los pecadores (v. 10-11):
 Se nos insta a no ceder a las tentaciones de quienes nos invitan a participar en actos malvados, como la violencia o la injusticia. La seducción de unirse a ellos puede ser fuerte, pero debemos mantenernos firmes en la integridad. 
- Promesas falsas de ganancia (v. 12-14):
 Los pecadores intentan atraernos con promesas de riqueza y éxito rápido, pero estas ganancias están basadas en el mal y la explotación de otros. La codicia y el deseo de enriquecerse a costa de los demás son peligrosos. 
- Llamado a la prudencia y la separación (v. 15-16):
 Se nos exhorta a no seguir el camino de los malvados, sino a apartarnos de ellos. Sus acciones están dirigidas hacia el mal, y quienes los siguen corren el riesgo de ser arrastrados a la destrucción. 
- Consecuencias inevitables (v. 17-19):
 Aunque los malvados piensan que están tendiendo trampas a otros, en realidad están cavando su propia ruina. La codicia y el deseo de ganancia ilícita terminan destruyendo a quienes las persiguen.